La paz que nos deja Jesús
En el capítulo 14, Jesús nos deja
intrigados con una afirmación bastante contundente cuando dice: “Mi paz les
dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se
angustien ni se acobarden” (Juan 14: 27 NVI). Es decir, la paz que deja Jesús
tras su partida es mucho más poderosa que la paz que podemos encontrar en el
mundo. Así pues, la paz es mucho más que la ausencia de un conflicto bélico o
disputas. La paz es un regalo espiritual que solamente podemos obtener como consecuencia
de poner nuestra confianza en Jesús.
Este capítulo se cierra con una
afirmación similar a la anteriormente mencionada. Jesús se está despidiendo de
sus discípulos; él sabe que su hora ha llegado, sin embargo, sus discípulos aún
no se han hecho a la idea.Todos ellos
están ansiosos y temerosos por las muchas cosas que Jesús les está revelando.
Les cuenta de la venida del Espíritu Santo, y cómo su llegada les conectará
directamente con poder de Dios. Les consuela diciéndoles que es necesario que
él se vaya para que esto ocurra, que no tengan miedo. Las asegura que él estará
bien, porque va al Padre, y que ellos estarán donde él esté. Pero aun así,
Jesús puede ver sus rostros y la angustia que sus palabras están causando en
sus corazones. Así que les deja con una promesa en la que poder descansar
durante sus tiempos de tribulación y dificultad: “yo les he dicho estas cosas
para que en mí hallen paz. En este mundo hallarán aflicciones, pero ¡anímense!
Yo he vencido al mundo” (Juan 16: 33 NVI).
Hallar la paz en Jesús es inmensamente superior
a la paz que nosotros podemos crear con nuestros esfuerzos físicos. Porque
tener una relación con Jesús supone estar en paz CON Dios, ya que Jesús pagó
por los pecados de toda la humanidad. Jesús rompió el ciclo de pecado,
arrepentimiento, sacrificio y vuelta a empezar. Su muerte se tradujo en nuestra
liberación de la esclavitud del ciclo de pecado. Al refugiarnos en él tenemos
perdón eterno. Cuando estamos en esa posición de alineación perfecta con el
Padre, entonces recibimos la paz DE de Dios. La paz, la alegría y el amor, son
los tres atributos que describen la naturaleza de Dios. Así pues, la paz DE
Dios es un resultado natural de establecer una relación personal e íntima con
el hijo de Dios.
La paz que trae Jesús es una paz que
elimina el caos, el desorden y la anarquía de cualquier situación. Su paz fue
la que calmó la tormenta con una sola orden, la paz de Jesús es capaz de
activamente desmantelar la naturaleza caótica del mundo. Es por ello que les
dice que su paz no es como la que ofrece el mundo. No es una paz pasiva, sino
una paz con autoridad para detener todo intento de confusión y desorden en
nuestra vida y en cualquier circunstancia.
Cuando Jesús envía a los discípulos les
dice que ellos serán los responsables de dejar la paz en un hogar, si son bien
recibidos; sin embargo, si son tratados con desprecio, ellos tienen la potestad
de llevarse la paz de ese lugar. En otras palabras, Jesús nos transfiere una
paz, proveniente directamente de Dios, la cual a su vez, nosotros tenemos la
autoridad de transferir. Allá donde vayamos podemos llevar la paz DE Dios con
nosotros y la gente que entra en contacto con nosotros puede sentir esa paz.
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