Monday, February 22, 2016

CAPITULO 15


Jesús es la vid
Jesús continúa usando parábolas para explicar sus enseñanzas espirituales. Hay varios aspectos que distinguen a los verdaderos seguidores de Cristo, en este pasaje se revela un nuevo aspecto: dar fruto. Aquellos que digan seguir a Jesús pero realmente no produzcan frutos, el padre los desechará; sin embargo, aquellos que si produzcan fruto, el padre los podara para que así produzcan aún más frutos. Volvemos aquí a la idea que Jesús antes enfatizaba que la semilla antes de dar fruto debe morir. Esta enseñanza apunta a que algo en nosotros debe morir antes de realmente producir algún fruto.
Aquellos que se niegan a deshacerse de algo de su vida pasada (una adicción, una relación, un mal hábito…) terminarán por ser desechados de la vid de Jesús. En sus propias palabras “aquellos que se apega a su vida la pierda, en cambio, el que aborrece su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna” (Juan 12:25 NVI). En el acto mismo de negación a apegarse a las formas del mundo, Jesús nos promete una vida llena de fruto. Pero nos advierte que también padeceremos: primero, porque el Padre nos podará, en amor, para transformarnos en algo diferentes de lo que éramos y segundo porque esta transformación irritará a los que todavía pertenecen al mundo.

Permanecer en la vid de Jesús implica permanecer en su palabra. Es decir, buscarle a él cada día en las escrituras nos mantienen en su amor. Recordar su gran amor hacia nosotros, su sacrificio, su entrega, nos hace permanecer envueltos en ese halo de amor con el que nos dejó. Jesús también nos dice que si obedecemos sus mandamientos, otros nos obedecerán por amor a su nombre, porque ellos no conocen al padre. Pero ¿Cuáles son los mandamientos de Jesús? No son muchos, sino solo uno y lo repite insistentemente “ámense los unos a los otros como yo les he amado”. Ese es el único mandamiento que Jesús nos deja. 

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