Wednesday, February 10, 2016

CAPITULO 3


El encuentro con Nicodemo
Nicodemo es un maestro de la ley judío. Todos los maestros de la ley eran orgullosos y se jactaban de tener todo el conocimiento de la ley de Dios; por esa razón, despreciaban a Jesús, que vino a decir que Dios amaba a los pecadores y detestaba la hipocresía de los fariseos. Sin embargo, Nicodemo debió haber escuchado las enseñanzas de Jesús y algo en su corazón le decía que provenían de la verdad. Cautelosamente y sin ser visto, decide visitar al maestro por la noche, de incógnito, para no ser visto por sus colegas fariseos. En su encuentro con Jesús se hace evidente su ignorancia espiritual, lo poco que realmente sabe del conocimiento íntimo de Dios. Jesús le explica con metáforas espirituales, pero Nicodemo tiene dificultades para entender el significado de lo que Jesús está tratando de explicar. “De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” le dice Jesús; a lo que Nicodemo le responde: “¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo?”. Nicodemo no comprende que hay un nacimiento espiritual cuando se produce un cambio de corazón, cuando uno acepta a Jesús como su Señor y su salvador. Ese pequeño acto desata que nuestro espíritu cobre una nueva vida espiritual “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. El pasaje no dice cómo reacciona Nicodemo, pero Juan deja a entender que se fue igual que vino sin entender esta verdad espiritual, o tal vez demasiado orgulloso para hincar la rodilla y reconocer que se encontraba ante el mismísimo Hijo de Dios.
Con respecto a la obediencia
Muy probablemente existen muchos Nicodemos en la iglesia católica hoy día que se sienten los guardianes de las leyes de Dios pero realmente no tienen un conocimiento íntimo de Dios, ni una relación personal con Jesús. Simplemente se les ha pasado la autoridad y la están ejerciendo. La ley no trae el conocimiento de la verdad, solamente “el que practica la verdad se acerca a la luz, para que vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios”. La obediencia a Dios aquí significa tener una actitud presta a obedecer lo que Dios pone en tu corazón. Algo en el corazón de Nicodemo le dijo que fuera a hablar con aquel misterioso rabí, y al hacerlo escuchó claramente la verdad “si quieres nacer de nuevo debes creer en mi”; sin embargo, Nicodemo se va sin obedecer lo que él sabe que Dios le puso en su corazón.
La biblia dice que no quiere sacrificios, rituales vacíos y sin sentido; sin embargo Dios busca la pureza de corazón y la obediencia con buena actitud; es decir, hacer aquello que resulta difícil, pero hacerlo con agrado, sabiendo que es Dios que te puso en el corazón hacerlo. Los siete sacrificios de los que habla la biblia son los siguientes:
1)    El sacrificio de la justicia: ser esclavo de hacer lo bueno, lo correcto, aquello que nos hace bien a nosotros y a los demás.
2)   El sacrificio de la alabanza: cuando atravesamos por las tormentas de la vida y no entendemos lo que está pasando, si en lugar de culpar a Dios, levantamos la cabeza y la alabamos, a pesar de la confusión, Dios recibe esa alabanza como un dulce aroma de incienso que sube hasta el cielo.
3)   El sacrificio de la gratitud: la naturaleza humana siempre tiende a encontrar defectos, a ver la deficiencia, la escasez, la comparación,…Dios se place cuando, desoyendo a dicha naturaleza damos gracias por todo lo que tenemos diariamente.
4)   El sacrificio de pobre de espíritu; cuando Dios ve nuestro corazón roto, por la pérdida de un ser querido o un bache difícil de la vida, se conmueve y acude en nuestro encuentro para traernos consuelo. Dios espera que acudamos a él con nuestro corazón roto y le preguntemos, incluso que le cuestionemos, a él no le importa, en tanto seas sincero con tu dolor.
5)   El sacrificio de la alegría: Dios es alegría, y como hijos de Dios tenemos su alegría; sin embargo la biblia dice que la lluvia cae sobre el justo y el injusto igualmente. Cuando cae la lluvia en nuestra vida y aun así ofrecemos el sacrificio de la alegría estamos dando un poderoso testimonio a otras personas; pero si decimos ser seguidores de Cristo y vamos por la vida arrastrando nuestra miseria y desgracia estamos una pobre imagen y una mala representación de Dios.
6)   El sacrificio de la oración: orad los unos por los otros dice la biblia. Yo sé que para mí es muy difícil orar, muchas veces me siento tonto haciéndolo, pero cuando lo hago me siento mucho mejor. Orar es tener una conversación con Dios de corazón a corazón, sin retórica ni falsedad.
7)   El sacrificio de la abstinencia de lo mundano: cuando Jesús dice toma tu cruz todos los días y sígueme, se refiere a matar los deseos carnales por lo placentero de esta vida; todo aquello que nos trae placer transitorio, el dinero, las adicciones, las bajas pasiones, etc…


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