Monday, February 22, 2016

CAPITULO 16


La paz que nos deja Jesús
En el capítulo 14, Jesús nos deja intrigados con una afirmación bastante contundente cuando dice: “Mi paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden” (Juan 14: 27 NVI). Es decir, la paz que deja Jesús tras su partida es mucho más poderosa que la paz que podemos encontrar en el mundo. Así pues, la paz es mucho más que la ausencia de un conflicto bélico o disputas. La paz es un regalo espiritual que solamente podemos obtener como consecuencia de poner nuestra confianza en Jesús.
Este capítulo se cierra con una afirmación similar a la anteriormente mencionada. Jesús se está despidiendo de sus discípulos; él sabe que su hora ha llegado, sin embargo, sus discípulos aún no se han hecho a la idea.Todos ellos están ansiosos y temerosos por las muchas cosas que Jesús les está revelando. Les cuenta de la venida del Espíritu Santo, y cómo su llegada les conectará directamente con poder de Dios. Les consuela diciéndoles que es necesario que él se vaya para que esto ocurra, que no tengan miedo. Las asegura que él estará bien, porque va al Padre, y que ellos estarán donde él esté. Pero aun así, Jesús puede ver sus rostros y la angustia que sus palabras están causando en sus corazones. Así que les deja con una promesa en la que poder descansar durante sus tiempos de tribulación y dificultad: “yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo hallarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Juan 16: 33 NVI).
Hallar la paz en Jesús es inmensamente superior a la paz que nosotros podemos crear con nuestros esfuerzos físicos. Porque tener una relación con Jesús supone estar en paz CON Dios, ya que Jesús pagó por los pecados de toda la humanidad. Jesús rompió el ciclo de pecado, arrepentimiento, sacrificio y vuelta a empezar. Su muerte se tradujo en nuestra liberación de la esclavitud del ciclo de pecado. Al refugiarnos en él tenemos perdón eterno. Cuando estamos en esa posición de alineación perfecta con el Padre, entonces recibimos la paz DE de Dios. La paz, la alegría y el amor, son los tres atributos que describen la naturaleza de Dios. Así pues, la paz DE Dios es un resultado natural de establecer una relación personal e íntima con el hijo de Dios.
La paz que trae Jesús es una paz que elimina el caos, el desorden y la anarquía de cualquier situación. Su paz fue la que calmó la tormenta con una sola orden, la paz de Jesús es capaz de activamente desmantelar la naturaleza caótica del mundo. Es por ello que les dice que su paz no es como la que ofrece el mundo. No es una paz pasiva, sino una paz con autoridad para detener todo intento de confusión y desorden en nuestra vida y en cualquier circunstancia.

Cuando Jesús envía a los discípulos les dice que ellos serán los responsables de dejar la paz en un hogar, si son bien recibidos; sin embargo, si son tratados con desprecio, ellos tienen la potestad de llevarse la paz de ese lugar. En otras palabras, Jesús nos transfiere una paz, proveniente directamente de Dios, la cual a su vez, nosotros tenemos la autoridad de transferir. Allá donde vayamos podemos llevar la paz DE Dios con nosotros y la gente que entra en contacto con nosotros puede sentir esa paz. 

CAPITULO 15


Jesús es la vid
Jesús continúa usando parábolas para explicar sus enseñanzas espirituales. Hay varios aspectos que distinguen a los verdaderos seguidores de Cristo, en este pasaje se revela un nuevo aspecto: dar fruto. Aquellos que digan seguir a Jesús pero realmente no produzcan frutos, el padre los desechará; sin embargo, aquellos que si produzcan fruto, el padre los podara para que así produzcan aún más frutos. Volvemos aquí a la idea que Jesús antes enfatizaba que la semilla antes de dar fruto debe morir. Esta enseñanza apunta a que algo en nosotros debe morir antes de realmente producir algún fruto.
Aquellos que se niegan a deshacerse de algo de su vida pasada (una adicción, una relación, un mal hábito…) terminarán por ser desechados de la vid de Jesús. En sus propias palabras “aquellos que se apega a su vida la pierda, en cambio, el que aborrece su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna” (Juan 12:25 NVI). En el acto mismo de negación a apegarse a las formas del mundo, Jesús nos promete una vida llena de fruto. Pero nos advierte que también padeceremos: primero, porque el Padre nos podará, en amor, para transformarnos en algo diferentes de lo que éramos y segundo porque esta transformación irritará a los que todavía pertenecen al mundo.

Permanecer en la vid de Jesús implica permanecer en su palabra. Es decir, buscarle a él cada día en las escrituras nos mantienen en su amor. Recordar su gran amor hacia nosotros, su sacrificio, su entrega, nos hace permanecer envueltos en ese halo de amor con el que nos dejó. Jesús también nos dice que si obedecemos sus mandamientos, otros nos obedecerán por amor a su nombre, porque ellos no conocen al padre. Pero ¿Cuáles son los mandamientos de Jesús? No son muchos, sino solo uno y lo repite insistentemente “ámense los unos a los otros como yo les he amado”. Ese es el único mandamiento que Jesús nos deja. 

Saturday, February 20, 2016

CAPITULO 13


“Ciertamente les aseguro que ningún siervo es más que su amo y ningún mensajero es más que el que lo envió”
(Juan 13: 16 NVI)
En el mundo en el que vivimos hoy cuando pensamos en el concepto de liderazgo pensamos en autoridad, poder de decisión, libertad para actuar a nuestra manera, implementando nuestros métodos, sin tener que rendir cuentas a nadie. Sin embargo, el liderazgo de Jesús es completamente diferente. Su liderazgo es sumiso y servicial. Él tiene claro que vino para servir y sacrificarse por aquellos que estaban bajo su protección; hasta el punto de entregar su propia vida.
El maestro está a punto de partir, es su última noche juntos. Todos esperan un hermoso discurso, o unas palabras de ánimo. Pero en vez de eso, Jesús se quita su manto, se ata una toalla a la cintura y comienza a lavarles los pies, uno a uno. Debemos entender que esa era tarea o de un esclavo o de uno mismo. Era costumbre judía lavar los pies al entrar una casa por la suciedad que se traía de fuera. Nadie había pensado en esa ceremonia antes de la cena, pero Jesús, bajándose al nivel de esclavo, se arrodilló e hizo lo que nadie esperaba. No sólo les dio una lección de humildad sino que los retó a que lo hicieran ellos también a otros. “Dichosos serán si lo ponen en práctica”.
“Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”
(Juan 13: 34-35 NVI)
Los mandamientos de Jesús son mucho más simples que los mandamientos del antiguo testamento. Son muy pocos, sin embargo requiere toda una vida disciplinarse en ponerlo en práctica. Antes de partir, Jesús les da el último y más importante mandamiento de todos: mostrar amor los unos por los otros. Esa sería la señal inequívoca de que eran seguidores de Jesús. No reconocemos a los seguidores de Jesús por cuántas escrituras hayan memorizado, ni por cuantas oraciones hayan hecho, ni por sus conocimientos teológicos o por sus penitencias de arrepentimiento. La gente reconocerá a Jesús en nosotros por nuestras buenas obras.

Obrar el bien de manera humilde, sin esperar reconocimiento, ni agradecimiento, ni el favor de Dios; simplemente hacer lo bueno, porque sabemos en nuestro corazón que es lo correcto. El mandamiento que Jesús nos deja no está escrito en ninguna piedra sino en nuestro corazón. Acercarse a él, significa poco a poco ir cambiando a su imagen y semejanza. Cuando lo mantenemos a él fresco en nuestro día a día, cuando recordamos sus acciones, sus enseñanzas, su amor incondicional y su sacrificio, emana de nosotros de manera natural un deseo de hacer lo mismo con los demás. Por eso nuestra oración debe ser “permite que la gente te vea a ti, cuando actúe yo, que te escuche a ti, cuando hable yo, que te sienta a ti, cuando yo esté cerca”. Jesús no tiene forma de llegar a otras personas si no es a través de nosotros. Somos sus pies y sus manos, sus instrumentos de amor y compasión. 

Friday, February 19, 2016

CAPITULO 12


“Ciertamente les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero si muere produce mucho fruto”
(Juan 12: 24 NVI)

Muchas personas llegan al cristianismo porque han probado todo y aun así se sienten vacíos. Ven en la iglesia una forma de estabilidad y Dios como un proveedor de todas sus necesidades. Se saben felices, adoptados en una gran familia y a partir de aquí todo será fácil. Pero ser un discípulo de Jesús supone más que eso; supone morir a lo que se era antes; supone dejar atrás las pasiones que nos solían arrastrar. Cuando Jesús dice “el que quiera seguirme que tome su cruz y me siga” se refiere precisamente a eso. Hay algunos que bebían en exceso, otros tenían otros vicios, otros simplemente usaban un lenguaje vulgar y soez; pero cuando te rindes a Jesús y empiezas a conocerlo de verdad y a crear una intimidad con él, las cosas que antes eran normales para ti, ahora dejan de serlo. De repente no te sientes bien cuando usas esas palabras, ni cuando tratas a las personas de cierta manera. El Espíritu Santo que ahora habita en ti está creando una nueva conciencia. Tanto si te percatas como si no, hay una parte de ti que está muriendo, y la debes dejar morir, para que tu nuevo yo pueda dar su fruto. A eso se refiere Jesús aquí. Si le aceptas en tu vida, pero sigues haciendo las mismas cosas que hacías anteriormente, nada va a suceder, ningún cambio va a acontecer en tu vida. Pero si poco a poco te rindes a él, y le permites trabajar en tu corazón, vas a tener que desprenderte de aspectos de tu vida que ya no te sirven. Para algunos, esto es doloroso, porque son hábitos y patrones de pensamiento que han usado como muletas durante muchos años, pero Jesús sabe que si sigues usando esas muletas no serás realmente libre como él quiere que seas.

“El que se apega a su vida la pierde, en cambio, el que aborrece su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna”
(Juan 12: 25 NVI)


Jesús va más allá y nos dice que si después de aceptarle a él todavía preferimos el tipo de vida que vivíamos antes, entonces perderemos la vida que él viene a ofrecernos (la vida eterna), pero si aborrecemos la vida que llevábamos hasta conocerle a él y aceptamos la que él nos da, entonces si ganaremos esta nueva vida. La vida que Jesús nos promete, es la misma que le promete a la mujer samaritana cuando dice que ríos de agua brotarán de tu corazón y nunca más tendrás sed, es la misma vida que ofrece a sus seguidores cuando dice que él es el pan de vida, cuando dice que él vino para traer vida y traerla en abundancia. Jesús ofrece una vida llena de pasión por vivir, por dar, por ayudar a otros, por mostrar nuestra compasión con nuestros semejantes, una vida llena de propósito y por su puesto una vida que trasciende el plano de lo meramente terrenal. Sin embargo, la vida terrenal se aferra a las necesidades de lo que yo quiero, lo que necesito, lo que me da placer y lo que evito porque le temo. Esa vida no lleva a ninguna parte, es como oasis desiertos que no sacian la sed, ni calman el hambre, ni alimentan al espíritu. 

Wednesday, February 17, 2016

CAPITULO 10


Jesús es el buen pastor
Las enseñanzas de Jesús están llenas de simbolismos que ayudan a entender el significado espiritual que pretende explicar. Obviamente utiliza imágenes de su tiempo, que son significativas y representativas de lo que la gente entiende. En aquellos tiempos, todos comprendían las virtudes de los pastores; sin embargo, hoy día es una profesión en vías de extinción. Las cualidades de un buen pastor son estas:
a)    El pastor conoce a cada una de sus ovejas y sus ovejas le conocen a él. “El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil”. El pastor entiende a sus ovejas, sabe cuándo su balan de contento, de tristeza o de terror porque se avecina algún peligro. Igualmente, las ovejas reconocen la voz de su pastor, a veces su silbido. “va delante de ellas, y las ovejas le siguen porque reconocen su voz”. Los pastores de aquellos tiempos no tenían otra forma de comunicarse a largas distancias que silbando. Así que las ovejas seguían el sonido de su pastor a donde quiera que fueran.
b)   El pastor protegía a sus ovejas contra cualquier ataque. En aquellos tiempos había lobos, perros salvajes y otros depredadores que amenazaban las vidas del rebaño. El pastor debía de manejar el arte de lanzar con su honda desde grandes distancias y gran precisión. Recordemos la pericia de David cuando se enfrenta a Goliat, al cual logra derribar con un certero disparo en la frente.
c)    El pastor se asegura de que lleguen a buen puerto. Los pastores recorrían grandes distancias, en las cuales se aseguraban de alimentar a su rebaño proveyéndoles de pastos, agua fresca y sombra para descansar. “Yo soy la puerta; el que entre por esta puerto, que soy yo, será salvo. Se moverá con libertad, y hallará pastos”. Al final de su recorrido, el pastor llevaba sanas y salvas a cada una de ellas a casa. Sin una sola se perdía o se descarriaba el pastor iba en su busca hasta que la encontrara.
Cuando Jesús hace esta analogía del pastor está precisamente queriendo decir que él es así con nosotros. Primero, aquellos que llegamos a él reconocemos la voz de la verdad. ¿Recuerdas cómo mencioné ayer que cuando la gente le escucha hay dos tipos de reacciones? Están los que dicen “está loco de remate” y están los que reconocen la verdad, incluso aunque no entiendan completamente lo que dice. Es decir, algunas de las enseñanzas de Jesús pueden ser misteriosas, dado que él enseñaba en parábolas, pero a pesar de su complejidad hay algo en nuestro interior que testifica que provienen de la verdad. Esos somos nosotros reconociendo la voz de nuestro pastor.
Jesús viene a traer vida
“yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia”. Jesús es la persona en la historia de le humanidad que más ha inspirado a otros a vivir una vida de abnegación, compasión y generosidad. Independientemente de aquellos que viven la religión solo para señalar las faltas de otros, existe un gran número de personas, que dejando la teología a un lado se deciden a poner en práctica las desafiantes enseñanzas de Jesús. Son personas que salen de su zona de confort, que en muchos casos dejan trabajos estables, familia y posesiones por hacer el trabajo que sienten que Jesús les ha puesto en su corazón. Esas son personas que irradian una vida, una vitalidad y un deseo de vivir que es dicifil de encontrar en otras personas que aparentemente lo tienen todo (empleo fijo, familia, un futuro brillante, etc…) cuando seguimos el llamado que Dios grabó en nuestro corazón, siguiendo la luz de Jesús se abre ante nosotros una vida apasionante llena de propósito y gratitud. La madre Teresa de Calcuta, Martin Luther King, Mohatma Ghandi, Nelson Mandela, solo por nombrar unos pocos, son personas que han marcado nuestra sociedad y que han dejado un legado de amor y servicio en pos de la humanidad. Pero sus acciones no vinieron de su corazón, sino de la transformación que Jesús hizo en cada una de sus vidas. Dios conoce el corazón humano y sabe que hay corrupción en él, sin embargo, cuando dejamos todo y le seguimos a él, hay una guía luminosa que siempre nos lleva a hacer el bien a los demás y a nosotros mismos.

Tener en abundancia no se refiere aquí a tener posesiones materiales en abundancia, sino tener gratitud, satisfacción, contento y alegría interior en abundancia. En realidad, solo albergar esas emociones en nuestro corazón es lo que puede darnos un sentimiento verdadero de plena abundancia en nuestra vida. Podemos tenerlo todo y sentirnos miserables, estar  rodeados de gente y sentirnos aislados, gozar de buena salud y sentirnos sin energías. Sin embargo, cuando aceptamos el llamado de Jesús se abre una puerta de par en par en nuestra vida; claridad como no hemos experimentado antes, lucidez, sabiduría, discernimiento y valor como pocas personas pueden demostrar. Jesús trae verdadero entusiasmo ante la vida. La palabra entusiasmo se descompone en “en-teo-asmo”, es decir el movimiento está dentro de Dios. Cuando caminamos en la vida con Dios en nuestro corazón, él pone sus atributos sobre nuestra vida de amor, paz, gozo, compasión, benevolencia, paciencia, fidelidad, humildad, y auto control. 

Tuesday, February 16, 2016

CAPITULO 9


La vida vista desde el prisma de la ley o la gracia
Jesús y sus discípulos se encuentran con un hombre ciego de nacimiento y lo primero que sus discípulos le preguntan es “Rabí, para que este hombre haya nacido ciego ¿quién pecó, él o sus padres?”. Esta es la misma pregunta que muchos se hacen hoy día cuando ven a alguien que padece cáncer. “sí, tiene cáncer, pero es porque no comía saludable, o es porque arrastraba un dolor emocional tan fuerte que lo ha somatizado en forma de ese cáncer”. Esa creencia sigue muy vigente, que de alguna manera nosotros atraemos un karma a nuestra vida. También en la biblia se habla de esta ley “el que siembra recoge”. No obstante y a diferencia del karma, la gracia es la intervención divina de Dios en nuestras vidas y como ésta puede revertir cualquier desgracia y convertirla en un acto para su gloria. Sin perder un segundo, Jesús le responde a sus discípulos “Ni él pecó, ni sus padres, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida”.
Para aquellos que ven los eventos de la vida a través de la siembra y la cosecha, todo depende de ellos mismos. Ellos son responsables de su destino y de sus calamidades. Sin embargo, para aquellos que descansan en la gracia, saben que tanto los actos milagrosos, como las desgracias obran para la gloria de Dios. “Todo obra para bien para aquellos que aman a Dios”.
La ceguera espiritual

Jesús obra este milagro no sólo para traer la gloria a Dios sino para exponer también la ceguera espiritual de los fariseos. Esta es una ceguera que proviene del orgullo, es una falta de visión espiritual. Por más claro que hable Jesús, a pesar de los cientos de profecías que anunciaban su llegada, los fariseos están ciegos espiritualmente, hasta el punto de tener al ansiado mesías frente a ellos y no verlo. Cuando interrogan al ciego por tercera vez, este no puede evitar responderles con lo obvio “lo único que sé es que era ciego y ahora veo”. Es evidente que aquellos que escuchaban a Jesús tenían dos posturas: pensar que estaba loco de remate, o aceptar que lo que decía de sí mismo era verdad. No había término medio. El término medio tal vez era no escucharlo hablar o ignorarlo. Hoy día ese problema sigue prevaleciendo. Pero Jesús te pregunta a ti hoy igual que le preguntó a este ciego “¿crees en el Hijo del Hombre?”.

Monday, February 15, 2016

CAPITULO 8

Jesús no nos condena
El episodio con la mujer que comete adulterio es la prueba irrefutable de que Jesús no condena a los pecadores, sino a los corazones hipócritas. Los fariseos desprecian a Jesús, sin embargo, le traen a esta mujer para tenderle una trampa y ponerlo a prueba. Aparentando reverencia a Jesús le dicen “Maestro, a esta mujer se la ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres ¿Tú que dices?”. Los fariseos aprovecharon que estaba enseñando y que una multitud de personas que creían en él estaban atentos a la escena. Si Jesús decía que había que apedrearla, todas sus enseñanzas sobre el amor, la compasión y el perdón, no tendrían sentido ni coherencia. Si, por el contrario, decía que no la apedreasen, los fariseos se le echarían encima, diciendo que estaba desobedeciendo la ley de Dios. Jesús entonces hace algo muy interesante y que probablemente nadie entre la multitud entendió. Se agachó y con su dedo escribió en la piedra (Dado que Jesús estaba enseñando en el templo, el suelo era de piedra y no de arena como algunas personas creen). Jesús en realidad estaba diciendo “tú me hablas de la ley, pero yo estuve allí cuando Dios le dio los diez mandamientos a Moisés. Su dedo en la piedra, era una representación del dedo de Dios escribiendo aquellos mandamientos. Al levantarse responde algo que ninguno esperaba. Jesús, conociendo sus corazones corruptos les dice “aquel de ustedes que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. De todas las personas allí presentes, ni uno sólo podía condenar a aquella mujer. Tan solo Jesús; sin embargo él no lo hizo. Uno a uno arrojaron sus piedras de más viejos a más jóvenes. En ese instante Jesús se agachó una segunda vez para escribir en el suelo. El evangelio no menciona qué fue lo que escribió, pero yo pienso que Jesús se levantó a escribir una sola palabra “Gracia”. Es decir, Jesús se inclinó la primera vez para simbolizar que él fue el autor de los diez mandamientos, y la segunda para decir, pero yo no he venido a juzgar a nadie, sino para perdonar los pecados a través de mi gracia. “Mujer, ¿Dónde están? ¿Ya nadie te condena?”, “Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar”. Creo que la vida de esta mujer cambió para siempre gracias a esta interacción con Jesús. Realmente pienso que este fue su último pecado, porque la verdadera transformación sucede cuando eres perdonado a pesar de tus imperfecciones. Sin embargo, los fariseos pensaban lo contrario, primero debes actuar perfectamente y luego serás perdonado.
Jesús es la luz del mundo
Después de esa lección magistral de compasión, Jesús hace está afirmación frente a los que han presenciado este evento. “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Sin duda que seguir la ley no trae luz a nuestro espíritu, sino maldad, juicio interior y un sentimiento de superioridad sobre otros. Cuando hacemos las cosas a nuestra manera terminamos siendo arrogantes, prejuiciosos y egoístas, incluso aunque pensemos que estamos haciendo lo correcto. Jesús dice si no me sigues a mí, al final terminarás siguiendo tus propias pasiones y estarás ciego espiritualmente. La única forma de permanecer en la luz y en la verdad es seguir a Jesús, aprender sobre sus enseñanzas y permanecer fiel a sus mandatos, los cuales él mismo escribe en nuestro corazón. “Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”
La atemporalidad de Jesús

A pesar de sus claras enseñanzas, los fariseos continúan filtrándolo todo a través de la ley y lo que ellos saben sobre religión. Obviamente, lo que Jesús enseña desafía la ley que trajo Moisés, por la sencilla razón que la ley es inflexible, todo es blanco o negro. Sin embargo, Jesús viene a traer la gracia, y la gracia es flexible. La ley, no perdona al pecador, la gracia condena el pecado pero no al pecador. La ley es rígida y estricta, la gracia es paciente y compasiva. La ley señala las manchas, la gracia las lava. Pero lo más difícil de digerir para los fariseos era que Jesús viene del padre y que por lo tanto el existía desde antes de la creación. Cuando los judíos eran esclavos de los egipcios, Moisés se encuentra con Dios en el desierto. Dios le dice que vaya a liberar a su gente. Moisés duda que los judíos le crean así que le pregunta a Dios. “Cuándo me pregunten por tu nombre ¿qué les diré?”. Dios le responde algo muy interesante. “Diles que soy el que soy”. Es decir, soy aquel que es atemporal, el que fue, es y será, aquel que vive afuera de las leyes del tiempo y el espacio. Así que cuando Jesús les dice a los judíos que Abraham se regocijó al saber que Jesús vendría, éstos se rieron y le confrontaron “ni a los cincuenta años llegas ¿y has visto a Abraham?”. A lo que Jesús les responde algo que los confunde tanto como los enfurece “ciertamente les aseguro que, antes de que Abraham naciera ¡Yo soy!”. Jesús aquí utiliza las mismas palabras que Dios usó en el desierto para presentarse a Moisés. Los judíos lo sabían y por eso trataron apresarlo y matarlo en ese mismo instante, pero su momento aún no había llegado. Jesús desaparece como por arte de magia y continúa con sus enseñanzas. 

Saturday, February 13, 2016

CAPITULO 6


El milagro de los peces y los panes
Jesús pone a prueba a sus discípulos para ver si a estas alturas ya se han rendido a la evidencia de que su maestro no es cualquier maestro. A pesar de ver a Jesús convertir el agua en vino, presenciar la sanación de un paralítico postrado en una camilla por 38 años, todavía dudan de su poder milagroso. Jesús le pregunta a Felipe “¿Dónde vamos a comprar pan para que coma esta gente?”. Felipe abrumado por la magnitud del problema, mira a su alrededor y sopesa los recursos a la mano. La respuesta es obviamente desesperación. “Ni con el salario de ocho meses podríamos comprar suficiente pan para darle un pedazo a cada uno”. Jesús aprovecha cada ocasión en la que se presenta una situación difícil para hacer la misma pregunta “¿Cómo podemos resolver esta situación?” Si tu respuesta a esta pregunta la basas en lo que ves o en los recursos que tienes, lo más seguro es que termines desesperado como Felipe. En otras palabras, si estás enfermo y Jesús te pregunta “¿Qué podemos hacer?”, la respuesta no es “déjame mirar el informe médico, o deja que investigue en internet cúantos casos mueren por causa de esta enfermedad” La respuesta más bien debería ser “Señor, yo sé lo que tenemos, pero sé que tú estás conmigo, y si tu así lo quieres puedes multiplicar los recursos infinitamente, puedes sanar mi vida, puedes restaurar mi relación, si alimentaste a cinco mil, nada es imposible a tu lado”. Pero una vez más, y a pesar de la falta de fe de sus discípulos, Jesús no juzga a Felipa, ni lo reprende, simplemente le dice “Hagan que se sienten todos”. En otras palabras, déjame que te muestra Felipe que cuando miro al cielo, le encomiendo al padre y doy gracias, tus recursos se multiplican, el cielo se abre y vierte sobre mí sus bendiciones. Así puedo yo proveer todas tus necesidades.
La separación de la cosecha
En otro evangelio se menciona este milagro, pero se especifica que había cinco mil hombres. Así que habría que contar también con las mujeres y los niños. Es decir, que en realidad había ese día cerca de las diez mil personas. De entre tantas personas había muchos que genuinamente seguían a Jesús por sus hermosas enseñanzas y por su milagroso poder; otros en cambio, lo seguían porque buscaban un líder que encabezara una revuelta en contra de la opresión de los romanos; y por último, entre la gente humilde del pueblo se camuflaban algunos fariseos, maestros de la ley, que querían saber más del misterioso y enigmático rabí. Jesús utiliza este capítulo para desenmascarar las verdaderas intenciones de cada uno.
a)    Los que utilizan a Jesús como un revolucionario: Este grupo puede incluir la misma iglesia, la cual en diversos capítulos de su pasado usó el nombre de Jesús para llevar a cabo matanzas, y auténticas abominaciones, tales como las cruzadas, la inquisición, la conversión de los indígenas de las Américas, por nombrar solo algunos ejemplos. Al obrar el milagro de la multiplicación, muchos vieron el líder poderoso y con autoridad que necesitaban para su revolución contra los romanos. En masa se dirigen hacia él para hacerlo su rey, pero Jesús se zafa de ellos y se aleja a solas a orar y hablar con el padre. Envía a sus discípulos al otro lado del río y a media noche, mientras los discípulos se hallan cruzando el río, Jesús se les aparece caminando sobre el agua. Jesús los anima, y les asegura que no tengan miedo.
b)   Los usan a Jesús como una lámpara mágica: Este grupo realmente cree en el poder milagroso de Jesús, pero piensan que Jesús está ahí solo para proveerles de lo que necesitan. No entienden que establecer una relación con él significa convertirse en un discípulo, y para ser un discípulo de Cristo, Jesús nos dice que debemos tomar nuestra cruz y seguirlo cada día. Tomar la cruz, significa aquí crucificar nuestra carne, nuestros deseos, impulsos, y ansias de posesión material. Los discípulos de Jesús deben aprender a aceptar la voluntad del padre, pero este grupo pone como prioridad sus necesidades, su agenda y sus deseos, pero Jesús ve a través de sus corazones corruptos y les confronta directamente “Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan, no porque han visto señales sino porque comieron pan hasta llenarse. Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Sobre éste ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación”.
c)    Los que no pueden ver a Jesús por estar ciegos espiritualmente: Este grupo representa a los judíos que a pesar de tener cientos y cientos de versículos, profecías y señales de la llegada de Jesús no son capaces de verlo. Este grupo incluso lo tenían frente a sus ojos y tuvieron la oportunidad de preguntarle directamente. A pesar de la claridad de sus respuestas todavía no eran capaces de creer en él, porque todo lo filtran a través del antiguo pacto con Dios. Estos le preguntan “¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios nos exige?”. Jesús, intentando romper sus esquemas de seguir los diez mandamientos, les simplifica las cosas y les reduce todos sus mandamientos a uno solo “que crean en aquel a quien él envió”. Se puede decir más alto, pero no más claro; sin embargo, ellos insisten y le piden una señal para que lo crean. Ahí Jesús se da cuenta que sus ojos espirituales están cerrados y habla el lenguaje del espíritu. Jesús les dice que deben comer de su carne y beber de su sangre si quieren tener vida eterna. Por supuesto, Jesús está anticipando el tipo de muerte al que se enfrentaría, como su cuerpo sería roto y su sangre derramada y que solo así, la humanidad podría realmente tener redención. En este momento, ninguno de los que escuchó estas palabras pudo realmente comprender. Asimilando desde la mente humana pensaron que Jesús estaban incitándoles al canibalismo. En ese instante todos los que aún seguían sin estar convencidos de él, decidieron abandonarle a su propia suerte y aquí se divide el último grupo y los únicos que no le abandonaron.

d)   Sus verdaderos discípulos; este grupo, a pesar de aún no entender, a pesar de la dificultad de sus enseñanzas decide seguir a su lado y confiar en que algún día lo entenderían. Jesús les dice a sus discípulos “¿También ustedes quieren marcharse?” a lo que Pedro responde “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios. Y por último dentro de este íntimo grupo hay uno infiltrado que tiene malas intenciones, dice Jesús “uno de ustedes es un diablo”. Es decir, Jesús conoce cada uno de los corazones de sus seguidores. 

Friday, February 12, 2016

CAPITULO 5


Nunca es demasiado tarde con Jesús
Jesús obra muchos milagros a lo largo de su ministerio; sin embargo, debemos prestar especial atención cuando mencionan el tiempo que la persona ha estado padeciendo. En este caso, el apóstol Juan consideró que era importante registrar que específicamente este paralítico había estado así por 38 años. Y ¿por qué es tan importante señalar la duración de su enfermedad? Te preguntarás. La respuesta es para que sepamos que cuando Jesús interviene en nuestra vida nada de eso importa. Puede ser que hoy estés arrastrando una enfermedad de varios años, una adicción que no logras romper, una herida emocional que no ha sanado en mucho tiempo, o una situación financiera que parece irreversible. Con Jesús nada es imposible. Con una simple palabra él puede cambiar todo en vida. Jesús trae restauración, redención, liberación y plenitud a tu espíritu, a tus emociones y a tu cuerpo físico.  

Limitación mental
Nota como después de 38 años, la mente del paralítico ha perdido toda esperanza. Cuando Jesús se acerca a él, le hace una simple pregunta a la cual solo debe responder si o no: “¿Quieres quedar sano?”. Sin embargo, tantos años hundido en su propia miseria, han nublado la visión de una vida mejor y automáticamente responden los pensamientos de conformismo. “Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se agita el agua, y cuando trato de hacerlo, otro se mete antes”. Jesús viendo que no podía razonar con él y sintiendo compasión por su situación, decide actuar por su propia cuenta y ordena firmemente al paralítico que se levante de su camilla. Esa orden rompe todos los esquemas mentales que durante años se han asentado y que han terminado por dominar el pensamiento de aquel hombre. Hoy día, Jesús es capaz de darte una orden así en tu vida, tal vez no en persona, pero una fuerte impresión que sientes en tu corazón. Aunque tú no le busques a él, aunque no pidas un milagro, ni ores para que ocurra, porque tu mente ni siquiera lo ha considerado, Jesús va en tu busca y te dice “levántate y abandona eso que estás haciendo”. Cualquier cosa que sea la que estás haciendo que te está limitando de disfrutar plenamente de tu vida. Aunque no seas paralítico, pero tal vez es un vicio, o un hábito, que de alguna manera te está limitando de experimentar la felicidad, la plenitud de la vida como Dios quiere para ti.

Jesús confronta a los fariseos
Cuando Jesús sana al paralítico, los fariseos se enojan porque era el día de reposo, y estaba prohibido según la ley judía trabajar ese día. Jesús entonces confronta a los fariseos y les habla duramente. Nota como el tono de voz de su discurso es muy distinto al que usó con la mujer samaritana. A ella le reveló su verdadera identidad y le dijo claramente que él era el Cristo, el Mesías redentor que tanto esperaban, aquel del que las escrituras anunciaban desde hacía varios siglos. La mujer recibe con gozo, alegría y entusiasmo la noticia y su vida es transformada para siempre. Sin embargo, Jesús sabe que diga lo que diga, los fariseos seguirán sin creerle, así que decide también revelar su identidad claramente, pero con un tono muy diferente. A lo largo de las escrituras podrás ver estás dos facetas del maestro, una tierna y compasiva y otra dura, en la cual se habla del juicio eterno, las llamas del infierno y los últimos días. Cuando Jesús habla de esta manera debes primero reflexionar en quién es la audiencia. Jesús no habla así para ti, ni para los que llegamos a él con oídos prestos y un corazón moldeable, sino que habla así para los duros de oído, para los orgullosos y los que le han negado incluso antes de escucharle. “Si le creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque de mí escribió él. Pero si no le creen lo que él escribió, ¿cómo van a creer mis palabras?”. Aunque lo que dice es completamente la verdad, la forma en la que lo dice es muy diferente a como se dirige a aquellos por los cuales siente genuina compasión. 

Thursday, February 11, 2016

CAPITULO 4


Nicodemo y la mujer Samaritana
Es interesante observar las diferencias de cómo trata Jesús a Nicodemo y cómo trata a la mujer samaritana. Pienso que el apóstol Juan los puso estos capítulos consecutivamente con un solo propósito: para mostrar la compasión de Jesús hacia las personas de corazón puro. Nicodemo acude a Jesús en mitad de la noche, mientras que Jesús va en busca de la mujer a media tarde. Nicodemo es un teólogo y a éste Jesús le confronta, e incluso lo llega a humillar “Tú que eres maestro de Israel ¿no entiendes estás cosas?”; sin embargo, la samaritana es una mujer que vive en pecado aun así, Jesús le habla con mucha ternura y respeto. Cuando le dice Jesús que vaya a traer a su marido, ella admite que no tiene marido a lo que Jesús le dice “Bien has dicho que no tienes esposo. Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo. En esto has dicho la verdad”. Jesús no le revela su identidad divina a Nicodemo; sin embargo, sí a la mujer samaritana. “Ese soy yo, el que habla contigo”. El apóstol Juan no comenta en la reacción de Nicodemo tras la conversación con Jesús, sin embargo la mujer samaritana no sólo cree que Jesús es quien dice ser sino que instantáneamente comienza a evangelizar a todo el pueblo. De hecho, unos versos más adelante vemos como muchas personas llegan a Jesús por el testimonio de esta mujer.

Agua de beber
El agua que ofrece Jesús es un agua de vida, metafóricamente quiere decir que aquel que cree en su corazón en él, emana nueva vida que brota desde su interior y se manifiesta hacia afuera. Aquel que recibe a Jesús cobra un nuevo y renovado entusiasmo por la vida. La mujer samaritana va al pozo a mediodía y eso dice mucho sobre su vida. En aquellos tiempos las mujeres recogían agua por la mañana, en las horas más calurosas nadie iba a los pozos, excepto algunos hombres o pastores. Eso indica que la mujer vive avergonzada de su pasado, tal y como más tarde revela Jesús. Probablemente todas las mujeres en su pueblo hablan mal de ella y no sale a la calle por no encontrarse con la desaprobación de sus vecinas. El número de fracasos amorosos también habla del abatimiento que debe sufrir en su interior por tantas relaciones fallidas. La mujer samaritana me la imagino como una mujer triste, sin esperanzas en la vida, sin sueños, ni expectativas positivas. Sin embargo una sola conversación con Jesús basta para que ella se sacuda toda la culpa y la vergüenza, saliendo a anunciar la llegada del Cristo con convicción y pasión. El agua que ofrece Jesús renueva el corazón, la esperanza y trae vida eterna. “todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna”

Un alimento secreto

Jesús, en su humanidad queda fatigado por la larga caminata. Suponemos que sus labores espirituales de sanar a los enfermos, expulsar demonios, orar por los necesitados y atender a todos los que se le acercaban lo dejaban drenado de energía; incluso más que sus discípulos, puesto que ellos fueron a por algo de comida para su maestro. Quedando Jesús a solas, y habiendo él mismo orquestado el encuentro con la mujer samaritana, cumple la misión por la cual fue a Samaria, redimir la vida de una mujer que se hallaba en un pozo de miseria. En otras palabras, Jesús hace la misión que su Padre le encargó. En ese momento llegan sus discípulos con algo de comida, pero Jesús les responde “Yo tengo un alimento que ustedes no conocen”; se encuentra completamente renovado y pleno de energía. Los discípulos no entienden nada y se preguntan los unos a los otros “¿le habrán traido algo de comer? Pero entonces Jesús les explica claramente: “Mi alimento es hacer la voluntad de que me envió y terminar su obra”. Este principio espiritual es cierto también para nosotros. Cuando hacemos la voluntad de Dios en nuestra vida, sentimos un ímpetu y una energía que no sentiremos si estamos yendo en una dirección equivocada. Si elegimos nuestra carrera por los motivos equivocados, por ejemplo, por dinero, por conveniencia, por miedo a no encontrar nada mejor, estamos limitando el llamado que Dios tiene en nuestra propia vida. Sin embargo, cuando nos entregamos por completo a hacer lo que él nos pone en el corazón, tenemos la fuerza y la vitalidad para realizarlo con entusiasmo y alegría. Cuando Dios pone una visión, también da provisión. Dios nunca da sueños, sino ha puesto antes los talentos para conseguirlos, no pone tareas, sino ha puesto antes el recurso, los contactos y las oportunidades para lograrlo. La clave está en hacer la voluntad del padre, para encontrar ese alimento secreto. 

Wednesday, February 10, 2016

CAPITULO 3


El encuentro con Nicodemo
Nicodemo es un maestro de la ley judío. Todos los maestros de la ley eran orgullosos y se jactaban de tener todo el conocimiento de la ley de Dios; por esa razón, despreciaban a Jesús, que vino a decir que Dios amaba a los pecadores y detestaba la hipocresía de los fariseos. Sin embargo, Nicodemo debió haber escuchado las enseñanzas de Jesús y algo en su corazón le decía que provenían de la verdad. Cautelosamente y sin ser visto, decide visitar al maestro por la noche, de incógnito, para no ser visto por sus colegas fariseos. En su encuentro con Jesús se hace evidente su ignorancia espiritual, lo poco que realmente sabe del conocimiento íntimo de Dios. Jesús le explica con metáforas espirituales, pero Nicodemo tiene dificultades para entender el significado de lo que Jesús está tratando de explicar. “De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” le dice Jesús; a lo que Nicodemo le responde: “¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo?”. Nicodemo no comprende que hay un nacimiento espiritual cuando se produce un cambio de corazón, cuando uno acepta a Jesús como su Señor y su salvador. Ese pequeño acto desata que nuestro espíritu cobre una nueva vida espiritual “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. El pasaje no dice cómo reacciona Nicodemo, pero Juan deja a entender que se fue igual que vino sin entender esta verdad espiritual, o tal vez demasiado orgulloso para hincar la rodilla y reconocer que se encontraba ante el mismísimo Hijo de Dios.
Con respecto a la obediencia
Muy probablemente existen muchos Nicodemos en la iglesia católica hoy día que se sienten los guardianes de las leyes de Dios pero realmente no tienen un conocimiento íntimo de Dios, ni una relación personal con Jesús. Simplemente se les ha pasado la autoridad y la están ejerciendo. La ley no trae el conocimiento de la verdad, solamente “el que practica la verdad se acerca a la luz, para que vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios”. La obediencia a Dios aquí significa tener una actitud presta a obedecer lo que Dios pone en tu corazón. Algo en el corazón de Nicodemo le dijo que fuera a hablar con aquel misterioso rabí, y al hacerlo escuchó claramente la verdad “si quieres nacer de nuevo debes creer en mi”; sin embargo, Nicodemo se va sin obedecer lo que él sabe que Dios le puso en su corazón.
La biblia dice que no quiere sacrificios, rituales vacíos y sin sentido; sin embargo Dios busca la pureza de corazón y la obediencia con buena actitud; es decir, hacer aquello que resulta difícil, pero hacerlo con agrado, sabiendo que es Dios que te puso en el corazón hacerlo. Los siete sacrificios de los que habla la biblia son los siguientes:
1)    El sacrificio de la justicia: ser esclavo de hacer lo bueno, lo correcto, aquello que nos hace bien a nosotros y a los demás.
2)   El sacrificio de la alabanza: cuando atravesamos por las tormentas de la vida y no entendemos lo que está pasando, si en lugar de culpar a Dios, levantamos la cabeza y la alabamos, a pesar de la confusión, Dios recibe esa alabanza como un dulce aroma de incienso que sube hasta el cielo.
3)   El sacrificio de la gratitud: la naturaleza humana siempre tiende a encontrar defectos, a ver la deficiencia, la escasez, la comparación,…Dios se place cuando, desoyendo a dicha naturaleza damos gracias por todo lo que tenemos diariamente.
4)   El sacrificio de pobre de espíritu; cuando Dios ve nuestro corazón roto, por la pérdida de un ser querido o un bache difícil de la vida, se conmueve y acude en nuestro encuentro para traernos consuelo. Dios espera que acudamos a él con nuestro corazón roto y le preguntemos, incluso que le cuestionemos, a él no le importa, en tanto seas sincero con tu dolor.
5)   El sacrificio de la alegría: Dios es alegría, y como hijos de Dios tenemos su alegría; sin embargo la biblia dice que la lluvia cae sobre el justo y el injusto igualmente. Cuando cae la lluvia en nuestra vida y aun así ofrecemos el sacrificio de la alegría estamos dando un poderoso testimonio a otras personas; pero si decimos ser seguidores de Cristo y vamos por la vida arrastrando nuestra miseria y desgracia estamos una pobre imagen y una mala representación de Dios.
6)   El sacrificio de la oración: orad los unos por los otros dice la biblia. Yo sé que para mí es muy difícil orar, muchas veces me siento tonto haciéndolo, pero cuando lo hago me siento mucho mejor. Orar es tener una conversación con Dios de corazón a corazón, sin retórica ni falsedad.
7)   El sacrificio de la abstinencia de lo mundano: cuando Jesús dice toma tu cruz todos los días y sígueme, se refiere a matar los deseos carnales por lo placentero de esta vida; todo aquello que nos trae placer transitorio, el dinero, las adicciones, las bajas pasiones, etc…


Tuesday, February 9, 2016

CAPITULO 2


Jesús obedece a la autoridad
Aunque Jesús es hijo de Dios, llegó a este mundo terrenal a través de su madre biológica María. El primer milagro público que realiza en su ministerio, lo hace Jesús a petición de su madre. La mayoría de los milagros que hace Jesús son nacidos de la compasión, para sanar a un leproso, para resucitar a una niña, para calmar el temor de sus discípulos o para abrir sus ojos de incredulidad. Pero este milagro es diferente. Jesús nunca hubiera hecho un milagro como este solo para demostrar su poder. De hecho en otra ocasión los fariseos le pidieron un milagro como señal de su autoridad espiritual y Jesús les respondió que eran una generación corrupta. Jesús hizo el milagro de traer más vino a la fiesta, sólo porque su madre se lo pidió.
Jesús es humilde
Cuando Jesús transforma el vino, le pide a los sirvientes que se lo llevaran al encargado del banquete, el cual no sabía de dónde había venido aquel vino. En cuanto lo probó fue al novio para darle la enhorabuena por tan excelente vino. Jesús no hizo ningún intento de reclamar “Eh, que fui yo quien hizo el vino!”. Todo lo contrario, dejó que el novio se llevase todos los halagos y lo prefirió así. Jesús hizo el milagro por obediencia a su madre, no por hacer un alarde de su poder.
La creatividad de Jesús
El milagro del vino en las bodas de Caná también nos muestra la inmensa creatividad de Jesús. Cuando su madre le pide que ayude a traer más vino mira a su alrededor viendo qué es lo que puede hacer. Lo primer que ve son seis tinajas enormes de piedra, que normalmente se usan en las ceremonias de purificación; sin embargo Jesús encuentra aquí una solución alternativa y creativa al problema. Es decir, Jesús utiliza algo que tiene una función tradicional para traer una solución poco convencional. Aquellos que buscan a Jesús y hallan quién es él realmente van adquiriendo poco a poco esa creatividad. Incluso leyendo las escrituras comienzan a ver aplicaciones prácticas a textos que parecen aparentemente arcaicos y desconectados con nuestro presente. La palabra creatividad se descompone en “crea-en-ti-vida”; es decir que los que ven a Jesús en las escrituras y lo traen a la conciencia en su día a día, crean vida en sí mismos y encuentran soluciones poco convencionales, incluso con los instrumentos más tradicionales.
Milagros explosivos
Para hacer vino se necesitan entre tres y cuatro años, y si se trata de un buen vino, entonces debe de estar en reserva de doce a veinte años. El vino que hace Jesús no es un vino cualquiera. Cuando el encargado del banquete probó el vino dijo “Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora”. (Juan 2:10 NVI). ¿Qué quiero decir con esto? Jesús puede hacer milagros instantáneos; es decir, lo que en lo natural debería pasar en cuatro, cinco o diez años, Jesús lo puede hacer en una fracción de tiempo. Debería llevarte treinta años terminar de pagar tu casa, pero Jesús puede ayudarte a que suceda en una fracción de tiempo. Debería llevarte años superar esa enfermedad, pero Jesús puede acelerar tu recuperación de manera que desafíe las leyes de la medicina. Cuando invocas el nombre de Jesús y permites que su poder opere en tu vida, van a suceder cosas sobrenaturales. Las leyes del tiempo y de la física no obstáculo para los milagro que Jesús realiza.
Jesús viene para traer vida

Más adelante en el evangelio de Juan, Jesús dice que ha venido para traer vida y traerla en abundancia. Este milagro es una gran prueba de ello. Si contrastamos el antiguo testamento con el nuevo testamento, el primer milagro que realiza Moisés cuando va a liberar a los hebreos de la tiranía del faraón egipcio fue convertir el agua del río Nilo en sangre, lo cual causó la muerte de todos los peces y animales anfibios en el río. Jesús en su primer milagro transforma el agua en vino y resulta en una hermosa celebración. Nada de lo que hace el maestro es casualidad. Jesús escogió seis vasijas de piedra, el seis es el número que representa al ser humano. El sexto día creó Dios a Adán; el siete es el número de la perfección, de lo completo; por lo tanto el ser humano es imperfecto. El material que representa la imperfección es el barro; no obstante Jesús no elije seis vasijas de barro, sino seis vasijas de piedra. Cuando transforma el agua en vino es un simbolismo del sacrificio que hará por la humanidad y como derramará su sangre para redimir al hombre. El primer milagro que realiza en su ministerio es una representación de lo que ha venido a hacer. Aunque muy pocos entendieron esta señal que sutilmente dejó, para que otros entendiéramos más de él. 

Monday, February 8, 2016

EL EVANGELIO DE JUAN: CAPITULO 1


IDENTIDAD DIVINA
El evangelio de Mateo empieza con el linaje de Jesús para, poco a poco, demostrar o justificar que Jesús provenía de la descendencia de Adán y del rey David, para así corroborar lo que las escrituras y los antiguos profetas anunciaban sobre su llegada; pero no el evangelio de Juan. El apóstol no hace esfuerzos humanos por justificar la divinidad de Jesús y pasa directamente a revelar su verdadera identidad. Juan hace afirmaciones contundentes: Jesús ya existía con Dios, Jesús es Dios, Jesús tomó parte de la creación, y sin él nada existiría.EL VERBO Y LA LUZ
A lo largo del este evangelio, vemos los diferente símbolos con los que se asocia a Jesús. El primero que vemos es el verbo. Jesús fue la palabra que trajo como consecuencia la creación del mundo. Su palabra tenía el poder de la creación. El segundo símbolo con el que se asocia es la luz; Jesús es luz de la humanidad y las tinieblas no pueden derrotar la luz. “El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció” (Juan 1:10)
LLENO DE GRACIA Y VERDAD
Los dos siguientes símbolos son muy importantes para entender la identidad de Jesús; gracia y verdad. Es decir, él vino para perdonar a la humanidad. Su naturaleza es la de perdonar, aceptar, redimir, limpiar y purificar. Jesús no vino a condenarnos, ni a juzgarnos, sino todo lo contrario.
Jesús es la verdad, es decir, que no hay contradicción en nada de lo que él dice o hace; no hay falsedad, ni dobles intenciones. Su llamado y su misión son tan claras que todo el que entra en contacto con él reconoce en su espíritu que él es hijo de Dios. Primero el escritor del evangelio, el apóstol Juan afirma claramente que Jesús es hijo de Dios; más tarde Juan el bautista, aún sin haberlo conocido ya lo anuncia como el Cordero de Dios, aquel que quita el pecado de la humanidad; y por último Natanael, al escuchar que Jesús lo había visto rezando bajo la higuera cae rendido a sus pies admitiendo que es hijo de Dios.
LOS PRIMEROS DISCIPULOS
Jesús no tiene que convencer a sus discípulos para que le sigan; ellos le buscan a él; su reputación le precede; escrituras de cientos y cientos de años anteriores a Jesús anunciaban su llegada y estos hombres intuían en su espíritu que estaban ante la manifestación de lo que los profetas anunciaban.
UN NUEVO NOMBRE

Todos los cambios de nombres que hace Jesús son muy importantes. Jesús hace esto porque sabe que los nombres tienen un significado y ese significado puede limitarte en tu propia identidad. Pedro se llama Simón; pero simón significa “hoja de hierba”. Es decir, Simón era una persona voluble, que cambiaba de opinión continuamente. Era temperamental y poco predecible. Sin embargo, lo primero que hace Jesús cuando lo conoce es cambiar su nombre por el de Pedro, que significa “piedra”. Al hacer esto está declarando por fe que Pedro se convertirá en la piedra angular de su iglesia, que será una persona fuerte, seguro de sí mismo, consistente y confiable.