¿Estás cansado? ¿Te sientes agobiado? ¿Estás hastiado de la religión? Ven
conmigo, escápate conmigo y recuperarás tu vida. Yo te enseñaré como descansar
realmente. Camina y trabaja conmigo – mira cómo lo hago. Aprende los ritmos no
forzados de la gracia. No pondré nada pesado o doloroso sobre ti. Guarda
compañía con migo y yo te enseñaré a vivir libremente y ligeramente.
(Mateo 11:28-30 traducción de The Message)
Aprender los ritmos nos forzados de la gracia significa
confiar plenamente en Dios. Saber que Él está al volante y que por lo tanto no
hay necesidad de agotarse, frustrarse o hacer las cosas bajo nuestros
esfuerzos, calendarios o condiciones. Cuando monto a mi hija Isell en el coche,
la asiento atrás, le abrocho los cinturones, me aseguro que está cómoda y
comienzo a conducir. Yo sé a dónde vamos, por lo general ella descansa y la
mayoría de las veces se duerme en el trayecto. Tiene plena confianza de que yo
la voy a llevar al destino que tenemos.
De igual manera cuando vivimos bajo la voluntad del Padre
simplemente aprendemos a confiar en que Él sabe la dirección, la ruta y las
paradas que vamos a hacer. Eso es a lo que se refiere Jesús en el versículo del
comienzo. Cuando caminamos con él y trabajamos con él, todo nos parece hecho
desde el descanso. Hay una unción de gracia, de reposo. En su compañía no hay
peso que nos incomode, o nos haga daño. Su promesa es que caminando con él lo
haremos libremente y ligeramente. De repente el hacer se convierte en un acto
inconsciente o casi involuntario, hacemos el bien porque brota de nosotros espontáneamente
cuando decidimos llenar el depósito de nuestro corazón. En ese estado de gracia
todo está orquestado, organizado, predestinado, alineado.
Hoy tenía ganas de hablar con mi hermano Miguel, así que
le llamé, pero después de empezar a hacer la llamada me di cuenta de que tenía
que ir a un lugar a pagar una factura y tenía que meter las direcciones en el
GPS del teléfono. Intenté meterme, pero una señora desde atrás me estaba
metiendo prisa para salirme, porque ella quería apacar donde yo estaba. Me dije:
“bueno, no importan las direccioines, ahora es más importante hablar con mi
hermano y compartir de la bondad de Dios con él”. Comencé a conducir sin saber
a dónde me dirgía, pero no me importó. Me ocupé de los más importante para mi
en ese momento. Después de un rato me salí de la autovía, porque tampoco quería
hablar con el manos libres. Me salí buscando un lugar tranquilo donde proseguir
la conversación, en varias ocasiones tuve el impulso de echarme a un lado, pero
algo de mí me retrasaba mis planes. Hasta que finalmente decidí orillarme en un
lugar. Cuando vengo parando veo la señal de la oficina de pago a la que quería
ir. WOW!! ¿Cuáles eran las posibilidades de llegar a ese lugar siendo Houston
la tercera ciudad más grande de Estados Unidos? Había llegado exactamente al
lugar que quería sin tan siquiera ser consciente de ello. Hice aquello que era
más importante “compartir el amor de Jesús en mi vida” y a cambio Jesús parece decirme: “tú
tranquilo Javi, yo me ocupo de las direcciones, de la ruta y de las paradas. Tú
solamente ocúpate de una cosa, la más importante: comparte mi mensaje de amor”
Amigos, cuando haces aquello para lo que Dios te ha
creado, Él se ocupa de todo. Uno sólo se ocupa de disfrutar del viaje, llenarse
de su amor y compartirlo siempre que se tenga la oportunidad. El promete que si
le guardamos compañía nos guiará y nos enseñará a vivir libremente y
ligeramente.