El otro día veía un documental sobre la violencia en la
ciudad de Tegucigalpa, Honduras. La situación es tan crítica que incluso
algunos policías roban, secuestran y extorsionan. El gobierno hondureño decidió
renovar el cuerpo de policía y poner en marcha una operación que combatiría el
crimen: operación saturación. En palabras del propio capitán a cargo de la
operación: “intentamos saturar de presencia policial las calles, para aumentar
la seguridad ciudadana”.
Pensando sobre este concepto me di cuenta que la misma
batalla que sucede en las calles de Tegucigalpa, igualmente ocurre en nuestra
mente y en nuestro corazón. Pensamientos de corrupción, egoísmo, hipocresía,
crítica, juicio, materialismo bullen incontrolablemente y diariamente de
nuestra mente sin una patrulla, ni cuerpo policial que los detenga. Por eso,
nosotros al igual que el gobierno de Honduras debemos resolver por poner en
marcha la operación saturación de gracia, para que nuestra mente y nuestros
corazones rebosen pensamientos y sentimientos de amor, paz, gozo, descanso,
armonía y seguridad.
Si no hacemos el sacrificio de saturar nuestro corazón de
gracia, nuestra naturaleza humana tenderá a querer resolver el conflicto por
nuestros propios medios, generando estrés, orgullo o distanciamiento personal.
Tal vez intentaremos solucionar un problema que está fuera de nuestro alcance
analizando, sopesando, y preocupándonos, causando en nuestra conciencia una
pesadez, una carga y un malestar que nos impiden vivir y disfrutar plenamente
del presente.
Para saturar nuestro corazón y nuestra mente de gracia hemos de llevar nuestros pensamientos cautivos de Cristo, como decía el apóstol Pablo. Debemos elegir como eligió María, la cual se sentó a los pies de Jesús y bebió de sus enseñanzas, mientras Marta apurada se ocupaba de todo y terminó recriminándole a ésta no ayudar con las muchas labores. Jesús, en su infinita sabiduría, corrigió amorosamente a Marta con estas palabras: “—Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas. Pero una sola cosa es necesaria. Pues María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”.
Decidamos hoy, como María sentarnos a los pies de Jesús y escuchar de su gracia, recibir de su amor, disfrutar de su paz y dejemos que el mañana se ocupe de sus propios avatares. Saturemos nuestro corazón y nuestra mente de gracia para combatir la corrupción involuntaria de nuestros pensamientos.
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