Tuesday, January 31, 2012

Dar la honra a los que fueron, a los que son y a los que han de venir


Jesús honra a los que fueron y los que son.
Una de las cualidades mas importantes en un padre y un maestro es la humildad y la rapidez en dar la honra a los que fueron y a los que están. Dar la honra es una forma de justicia. Sin la justicia no es posible la disciplina. Los hijos, al igual que los estudiantes obedecen al padre o al maestro justo. Esto es lo que Jesús nos enseña en el siguiente pasaje.

Un día Jesús fue de Galilea al Jordan para que Juan lo bautizara. Pero Juan trató de disuadirlo –Soy yo el que necesita ser bautizado por ti ¿y tú vienes a mi?- objetó. Dejémoslo así por ahora, pues nos conviene cumplir con lo que es justo.
(Mateo 3:13-16)

Jesús llega para cumplir con las profecías  de los profetas. En todo momento Jesús es obediente a la voluntad de su padre al igual que a las profecías de sus antepasados esmerándose por cumplirlas para alinearse a la historia de su pueblo. Jesús viene a continuar aquello que se empezó, no a destruir y comenzar de cero, él viene a sumar y no a restar, a dar honor al pasado y no a criticarlo. Al contrario que Jesús, muchos maestros llegan pensando que los otros han hecho no es digno de reconocimiento, echando por tierra la labor, el trabajo, el valor y el crédito de lo que hicieron y cómo lo hicieron sus antecesores.

Lo primero que un maestro debe hacer cuando llega a una escuela es sumarse a su historia. Asegurarse que conoce a fondo los cimientos de su proyecto educativo. ¿Cómo empezó? ¿Qué dirección lleva? Algunos maestros jóvenes piensan que su dinamismo está por encima del de otros maestros que parecen mas asentados, menos entusiastas, más habituados a la rutina. Yo mismo caí en ese error pensando que mi forma de enseñar era única y que, a diferencia de mis compañeros, los estudiantes se divertían más en mis clases. Poco a poco, aprendí a valorar más el trabajo de mis compañeros y a elogiar menos el mío propio. Con este nuevo sentido de la humildad comprendí que los resultados de mis estudiantes son la suma del trabajo que todos hemos hecho. Cada maestro con su personalidad y con su manera única de ser ha transmitido, de la mejor manera que ha sabido, su conocimiento. De este pasaje debemos aprender de Jesús que para ser un buen maestro debemos sumar y honrar a los que abrieron el camino.

Jesús también le da honor a Juan, el cual casi avergonzado de que el Mesías venga a ser bautizado por él, intenta convencerle de lo opuesto. Juan conoce sus limitaciones y sabe que está ante el Hijo de Dios y aun así Jesús es rápido en devolverle su poder y su papel insistiendo en que sea él el elegido. Jesús respeta la posición que Juan tiene y se somete a su poder y a su autoridad para recibir de él la purificación de su espíritu. En realidad, Jesús no necesitaba a Juan, sin embargo el hecho que insiste en ser bautizado por él denota que Jesús no tiene intención de destronar a nadie, ni de imponerse a nadie; él viene a dar honor y a obedecer a la voluntad de su padre en el cielo.

De igual manera para ser un buen maestro debemos someternos humildemente a nuestros superiores, sin tratar de ponernos por encima, incluso aunque tengamos más estudios, más experiencia o más creatividad para resolver una determinada situación. Aquel que ha sido puesto en ese papel fue elegido por Dios y El mismo es el que permite que nosotros estemos donde estamos y no por encima. Aprendamos a ser buenos empleados, sumisos a la voluntad de nuestros superiores, respetuosos de sus opiniones y rápidos en darles a ellos el crédito.

Cuando el maestro aprende, adquiere y consolida este habito de la humildad sus estudiantes, sus hijos, lo ven en él. Pueden ver la humildad, la sencillez, la obediencia y la rapidez en dar la honra a los que fueron, a los que son y a los que han de venir. 

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