Friday, October 25, 2013

¿Turista o local?

En Nueva York hay dos tipos de personas: los turistas y los locales. Es bastante fácil diferenciarlos. Unos miran hacia arriba, mientras que los otros miran hacia abajo. Unos contemplan asombrados la grandeza de los rascacielos, mientras que los otros piensan en su rutina, sus quehaceres y parecen estar inmunizados a la maganimidad de los edificios que les rodean.EL turista sabe que está de paso, así que saborea todas las maravillas de la ciudad, visitando cada rincón, deteniéndose en cada esquina. El local, consumido en su día a día, ni si quiera sale de su ruta y rutina para ver y descubrir lugares nuevos. Asume que la ciudad siempre estará allí y que habrá tiempo para hacerlo más tarde.

De igual manera en la vida hay quien continuamente vive mirando hacia arriba y quien continuamente mira hacia abajo. Cuando llega la crisis uno mira a Dios, dándole gracias y buscando en Él consuelo, mientras que el otro mira hacia abajo y analiza las corcunstancias. Cuando llega la enfermedad uno alza sus ojos al cielo creyendo en el poder de sanidad de Dios, mientras que el otro mira al informe del doctor y depende de lo que éste le diga. Uno sabe que tan sólo está de paso y que vive de tiempo prestado, así que alegremente disfruta cada segundo que Dios le regala, mientras que el otro solo piensa en su vida como un tiempo limitado y prefiere no pensar en lo que ha de venir después.

Vivir mirándo hacia arriba significa, vivir confiando en que fuimos creados por Dios y que volveremos a Él tarde que temprano. En el transcurso de nuestro viaje confiamos que cada cosa que nos sucede es para bien, pues sabemos que su palabra dice que todas las cosas obran para bien para aquellos que aman al Señor. Vivir mirando hacia arriba significa avanzar con un expectativa positiva del futuro. Significa guiarse por las cosas que no se ven, se palpan o se tocan, sino mas bien significa guiarse por las cosas que hay escritas que reflejan la gracia de Dios.

Vivir mirando hacia abajo significa regirse por las cosas que vemos, que sentimos y que palpamos. Si te sientes deprimido y te identificas con el sentimiento, albergarás el estado de depresión. Si te diagnostican una enfermedad y te ideantificas con la enfermedad, albergarás la enfermedad como extensión de tu identidad y tus circunstancias. Ves y reaccionas, experimentas y te identificas, sufres y te aferras.

Todo depende de tu perspectiva. Yo he decidido vivir mirando hacia arriba. Si tengo prguntas prefiero mirar arriba buscando una revelaci'on, y no mirar hacia abajo en busca de más información. Si siento impaciencia porque no se cumplen mis sueños prefiero mirar hacia arriba a aumentar mi fe sabiendo que ese sueño me lo puso Dios y que Él ya tiene un momento apartado para que suceda y no me desespero intentando hacer que suceda a mi tiempo o a mi manera. Me libero de la presión de tener que hacer las cosas en mi propio entendimiento, de comprender todas las cosas en mi fuerza humana y descanso en la certeza de que hay alguien que es más grande que yo, que tiene todas las respuestas, todos los planes, las victorias y las recompensas apartadas para mi.

Thursday, October 10, 2013

Se un constructor de personas

 
 
"La angustia abate al corazón, pero una palabra de ánimo obra maravillas" (Proverbios 12:25)
 
Las palabras tienen el poder de edificar el alma de las personas. Con cada palabra de ánimo estamos poniendo bloques de autoestima, en aquellos que las reciben. Por eso es tan importante que decidamos usar nuestras palabras para edificar a quellos a nuestro alrededor, ya que por el mismo poder, las palabras pueden destruir la autoimagen de un individuo. Tomar unos segundos para decir algo amable, o tomar unos minutos para escribir algo que resalte las buenas cualidades de alguien, puede parecer algo insignificante. Sin embargo, no debemos minimizar la repercusión de ese depósito amoroso que hemos hecho. En algunos casos, puede significar un cambio de vida, encontrar una nueva vocación o simplemente afirmar a una persona en buscar siempre hacer el bien.
 
Mi amigo Cesar es una de esas personas: es un constructor de gente y siempre está buscando oportunidades para edificar a alguien con sus palabras. El otro día en su trabajo, un niño encontró unas gafas de nadar. En el gimnasio en el que trabaja hay una máquina que las vende. Por lo visto, alguien las compró, pero se le cayeron antes de meterlas al bolsillo o a la mochila. Cualquier niño se las habría quedado y ése hubiera sido el fin de la historia. Pero, no fue así en este caso. Algo en su corazón le dijo que lo correcto era devolver las gafas para que el que las hubiera comprado pudiera recuperarlas. El niño fue a mi amigo César y le contó lo que había pasado. César quedó muy impactado por la reacción del niño y no dejó que terminase aquí la historia. Durante días esperó a ver de nuevo al niño para hacerle saber lo mucho que le había gustado su forma de actuar. Unos días más tarde, el niño llegó con su padre a lo que César aprovechó la ocasión para sembrar una semilla en ambos. Le dijo a su padre que debía sentirse orgulloso de tener un hijo tan íntegro y con tan buen corazón.
 
Ciertamente, César pudo haber ignorado eso y simplemente haber tenido un buen recuerdo. Pero algo dentro de él le impulsó a tomar el tiempo y asegurarse que tanto el niño como el padre supieran lo que él tenía que decir. Quién sabe los frutos que dará esa semilla que Cesar sembró en el corazón de este niño. Tal vez sea un deseo de buscar hacer lo bueno en cada ocasión, tal vez sea un espíritu solidario que se desarrolle en una carrera, tal vez sea solamente el incentiv de hacer lo correcto y saber que nada pasa desapercibido. Lo que sí sé es que ni el padre, ni el hijo se olvidarán de César y su amabilidad por haber tomado el tiempo de decirle algo tan positivo.
 
Pero lo que está claro, es que cuando usamos nuestras palabras para edificar a otros, algo pasa tanto en nosotros como el aquellos que las reciben. El vínculo de amistad se estrecha, la autoestima se refuerza, la búsqueda de la bondad brota. Decidamos hoy usar nuestras palabras para edificar a otros.

Wednesday, October 9, 2013

ponte las lentes de amor


En una ocasión una señora estaba mirando a su vecina tender la ropa. Viendo que se miraba sucia le dijo a su esposo: "No lo puedo creer, ¿es que la vecina no sabe lavar la ropa? ¿Acaso no usa detergente?". Indignada prosiguió con sus quehaceres, conteniéndose el deseo de ir a su casa y decirle de su terrible error. Al día siguiente igual. La Señora, no sólo estaba sorprendida, sino que hasta enojada de que no supiera lavar bien la ropa: "Pobres hijos, que deben pagar las consecuencias de la ineptitud de su madre. Seguro que irán suicos y malolientes a la escuela".

Al cabo de un par de semanas, una mañana se levantó y para sopresa suya la ropa de su vecina estaba limpia y reluciente. Asombrada le dijo a su esposo: ¡Mira! Por fin aprendió a lavar la ropa. Su esposo riendo le respondió: "No cariño, es que hoy me levanté temprano y limpié las ventantas"

Muchas veces juzgamos a las personas tal y como las vemos. Nuestra tendencia más inmediata es la de etiquetarlos y categorizarlos. Nuestro ego se siente más tranquilo cuando desacredita a otros, se siente superior y descansa en la certeza de que "nosotros nunca haríamos eso, o nunca diríamos lo que él dijo". Sin embargo, nuestro juicio está empañado por nuestras lentes.

Debemos aprender a ponernos las lentes de amor, para ver a los demás a través de una mirada pura y sin juicios. Lo cierto es que no sabemos por lo que los otros están pasando. No sabemos como ha sido su educación, ni sus traumas del pasado, asi como tampoco sabemos los problemas por los que atraviesan en estos momentos.

Dejemos a un lado cualquier juicio o evaluación y pongámonos las lentes de amor, de comprensión, de pureza y paciencia, de entendimiento y sabiduría para que los demás tengan el derecho de ser quien son y de reaccionar como reaccionan.

¿Te puesiste hoy tus lentes de amor? Si no estás seguro, nada más quítate las que llevas y asegurate que las lentes estén limpias.

La pureza reconoce a la pureza, lo bueno sabe ver lo bueno de los demás, la luz halla la luz ajena,
la verdad atrae a la verdad del prójimo, el amor llama más amor.

Saturday, October 5, 2013

la perspectiva adecuada


Vivimos en una sociedad que nos empuja a hacer más, a producir más, esforzarnos más...hasta el punto que muchas veces perdemos la perspectiva de las cosas realmente importantes. Esas cosas suceden a nuestro alrededor y se van para no volver. Necesitamos parar un poco el tiempo y el ritmo para darnos cuenta de los milagros que suceden en nuestras vidas. Si tienes hijos pequeños sabrás perfectamente de lo que estoy hablando. Pasar tiempo con mi hija Isell es una de las bendiciones más grandes que tengo. Solamente mirarla, observar como aprende de lo que ve me sumerge en un estado de asombro. En unos años extrañaré vivir esos momentos, sin embargo vendrán otros nuevos.

La mirada de un niño tiene una inocencia y una curiosidad infinita. Su identidad no depende de sus actuación o de su capacidad, su identidad está directamente vinculada al momento, a lo que son aquí y ahora. Ellos no piensan en el futuro y raras veces piensan en el pasado. Viven puramente e intensamente en el aquí y el ahora. Por eso pasar tiempo con Isell me ayuda a mantener la perspectiva adecuada, del tiempo y de lo afortunado que soy. 

Si tienes hijos, sobrinos o nietos a los que amas y a los que disfrutas a menudo, atesora esos momentos. Da gracias a Dios por su vidas y por tener el privilegio de poder cuidarlos y verlos crecer. Demos a cada cosa su lugar. Cuando sea tiempo de trabajar, trabaja con todo tu empeño, pero cuando sea hora de descansar en casa, exprime cada segundo con ellos. Vive intensamente, cree sin barreras, camina sin miedo, ama sin freno al igual que sus corazones.