Sunday, June 3, 2012

El amor a los enemigos


La mente de Jesús piensa de manera natural, y sus enseñanzas nos animan a que nuestra mente regrese a lo que es natural: El amor. Lo que sucede es que nuestros pensamientos han estado durante tanto tiempo enfocados en una desviación del amor que ya no recordamos lo que es natural.

La luz es natural, al igual que la bondad, la compasión y la paz. Sin embargo, nosotros en un esfuerzo espiritual queremos lograr lo que ya somos mediante el esfuerzo y el sacrificio humano. Queremos ser seres compasivos, pacíficos y comprensivos, cuando en realidad ya lo somos. Lo único que debemos hacer es permitir que el estado natural de nuestro ser emerja a la superficie. Pero es cierto que hay oposición. Nuestra conciencia llena de miedo, confusión y duda es la primera que ofrece resistencia al estado natural del amor. Por eso cuando nos enfrentamos a un enemigo, alguien que desean hacernos daño lo único que debemos hacer es dejar que el estado natural del amor emerja. Pero para eso debemos pedirle a Dios a que nos ayude a restaurar a nuestra mente y a nuestro corazón al estado original. De ahí viene el concepto que explica Jesús.

Ustedes han oído que se dijo: ¨Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo¨, pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. 


Mateo 5: 43-45

En el origen de la creación las primeras palabras que dan forma a la vida son ¨hágase la luz¨. En otras palabras Dios está exhortando a la oscuridad diciéndole ¨permite a la luz brillar¨. La luz está ahí esperando brillar con todo su fulgor, pero se encuentra rodeada de oscuridad. Igualmente, en nuestras vidas el amor está ahí, esperando ser invocado para emerger e iluminar con su radiante presencia en todas las áreas sepultadas por el miedo y la autodefensa. Por eso ante el conflicto debemos pedir ¨hágase el amor¨, ante el enemigo debemos interceder por él y pedir por su protección. Es imposible orar por alguien y odiar al mismo tiempo, donde está el amor de Dios no queda lugar para el miedo, el conflicto o el resentimiento.

Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadoras de impuestos?


Mateo 5: 46

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