Tuesday, June 5, 2012

De nada sirve preocuparse


A nuestra parte humana le gusta relacionarse e identificarse con los problemas de nuestro día a día. Tan pronto salimos del sueño de la mañana nuestros pensamientos se abalanzan sobre nuestra conciencia en un ininterrumpido flujo de preocupaciones. La pre-ocupación, no indica sino la ocupación de algo que todavía no corresponde, es decir es una anticipación innecesaria. Cada evento tiene su momento, cada tarea tiene su tiempo y si no dejamos que el presente surja terminaremos ocupando nuestra mente con preocupaciones innecesarias.

25 Por eso les digo. No se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán, ni por su cuerpo, cómo se vestirán... 27¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?


Mateo 6:25-27

La única ocupación que uno debe tener todas las mañanas al despertarse es la de encontrar la alegría interior en el Señor. Cuando uno se conecta a su ser, la preocupación desaparece y en su lugar emana una paz y un gozo que procede de sentir la presencia misma de Dios. En ese lugar se puede experimentar no sólo el regalo de la vida, sino que desde ahí se pueden tomar mejores decisiones, más sabias, más lúcidas y menos apresuradas. Cuando habitamos en la mente y en la presencia de Dios, todo lo que hacemos tiende a florecer. Las cosas que decimos o hacemos no hieren a los otros, porque proceden de la conciencia del amor.

Cuando nos preocupamos estamos poniendo la carga en nosotros, ya que somos nosotros los que debmos encontrar una solución al problema. Tal preocupación nos trae estrés y muchas veces ansiedad, porque hay muchas cosas que se escapan de nuestra mano, decisiones que nosotros no podemos tomar, que dependen de terceros, y sin embargo rumiamos la situción en nuestra cabeza, como si eso fuera a darle una solución.

Cuando por el contrario confiamos en Dios, en que él se hará cargo de nosotros, de que él cuidará y velará por nuestros intereses, aprendemos a vivir de una manera muy libre y liviana. La falta de preocupación no denota un carácter pasivo al que no le importa nada, sino que representa un espíritu fuerte que confía en que su padre en el cielo cubrirá sus necesidades cuando estás aparezcan, que solucionará sus problemas cuando los tenga y que pondrá las palabras adecuadas en su boca cuando las necesite. Aprender a vivir así comienza por tomar la decisión cada mañana de vivir en comunión con Dios.


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