Sunday, May 4, 2014

Feliz dia de las madre, muy en especial a la mia.


 
Los consolaré allí, en Jerusalén, como una madre consuela a su hijo.

(Isaías 66:13 NTV)

El amor de una madre es lo más parecido que tenemos en nuestro mundo, para entender como es el amor de Dios. En su disertación magistral sobre el amor Pablo explica claramente cómo es el amor de Dios: “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso, ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia” (1 Corintios 13: 4-7NTV).

Una madre ama a su hijo desde que está en su vientre y su flujo de amor no cesa ni siquiera después de que se vayan de este mundo. Pablo dice: “Por tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr” (Hebreos 13:1 NTV). Es decir, desde el cielo, podemos imaginarnos un estadio donde nuestros familiares nos animan desde las gradas celestiales en la carrera que corremos aquí. Mi madre escribía una dedicatoria muy especial a mi abuela diciendo que sólo tenía amor de agradecimiento para ella. Puedo imaginarme a mi abuela desde las gradas del cielo recibiendo ese agradecimiento, llena d orgullo, por verla continuar en su carrera de la fe.

No puedo ni siquiera contar las numerosas mañanas en las que mi madre amorosamente estuvo allí, al despertarme, preparar mi desayuno, llevarme almuerzo a la escuela, cuidar de mis heridas al caerme, preocuparse por mis dolores emocionales. Estuvo allí en mis obras de teatro, en mis partidos de fútbol, en mis graduaciones, eventos y demás sucesos que fueron importantes para mí. Como el flujo constante de un río el amor de mi madre no se ha separado de mí, aunque yo sí de ella físicamente. La distancia no disminuyó su amor. El casarme o ser adulto no lo extinguió, lo transformó. Pero siempre he sentido su continuo y persistente amor hacia mí, como si el cordón umbilical nunca se hubiera roto entre nosotros dos.

Entender que Dios nos quiere de esa manera, también me ha ayudado a apreciar y valorar esa virtud en mi madre. Hoy por ser el día de la madre sólo quiero honrarla y bendecirla por todo lo que ha hecho en mi vida. Te quiero mamá.

 

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