¿Estás cansado? ¿Saturado?
¿Hastiado de la religión? Ven conmigo. Escápate a mi lado y recuperarás tu
vida. Te mostraré cómo descansar de verdad. Camina conmigo, observa cómo lo
hago. Aprende los ritmos no forzados de la gracia. No pondré ningún peso sobre
ti. Hazme compañía y aprenderás a vivir libre y ligero.
(Mateo 11:28-30 traducción
de The Message)
Este es sin duda
mi verso favorito, pero me gusta aún más en esta versión específica de la
biblia. Me encanta la belleza de su contenido. La invitación de Jesús a
aprender los ritmos no forzados de la gracia es cautivadora. Más importante
todavía es la implicación de este verso en nuestra vida de hoy en día. Y lo
cierto es que necesitamos recordarlo una y otra vez, porque el cansancio, el
exceso de trabajo y el estrés son elementos cotidianos de nuestra vida.
Seguro que no soy
el único al que le faltan horas al día, o que daría lo que fuera por una semana
extra para poder terminar proyectos en la casa, ponerse al día con el trabajo y
tener tiempo de calidad para sus seres queridos. Lo cierto es que el trabajo es
algo que nos honra, y hacerlo con excelencia es muestra de una sólida
integridad. Todas ellas son nobles cualidades personales; sin embargo Jesús,
nos recuerda aquí que el ser humano tiende a querer hacer más de lo que en
realidad le corresponde. La ambición, la soberbia, el deseo de reconocimiento,
la vanidad, el no saber decir que no…todas esas cosas nada tienen que ver con
tu misión en esta tierra. Hay algo para lo que Dios te ha puesto en este planeta,
en este preciso momento. Hacerlo es bueno, necesario y reconfortante para tu
alma. Pero mientras haces aquello que has venido a hacer, observa y ten siempre
en tu mente al maestro. Aprende de su elegancia, de su gracia. Jesús
revolucionó el mundo con sus tres años de ministerio a los 30 años de edad.
Nunca sacó un master, ni diseñó un plan estratégico. Nunca apuntó nada en su
calendario, ni en su lista de cosas que hacer. No tuvo secretaria, ni
ordenador. ¿Qué hizo entonces? Se levantaba temprano para estar a solas con el
padre por las mañanas. Oraba continuamente por las personas. Buscaba hacer el
bien, enseñaba donde podía y le dejaban, cuidaba de los suyos, sanaba a los
enfermos, amaba a su prójimo.
Los valores de
Jesús son tan diferentes a los que tenemos hoy día. Su foco estaba en las cosas
verdaderamente importantes. Sus prioridades eran siempre las de hacer lo bueno
por otros, no por sí mismo. Jesús se aseguraba de estar él lleno del amor del
padre antes de salir afuera a enseñar, sanar o bendecir. En ese estado de
plenitud era como Jesús podía llevar una vida dedicada a los demás. Los ritmos
sin esfuerzo de la gracia hacen referencia precisamente a eso: tomar del padre,
llenarse de su amor y darlo de la misma manera en lo que sea que él te ha
puesto. Seas secretaria, vendedor, maestro, administrador, o ama de casa, tu
llamado es hacer lo que Dios te puso en tu corazón. Busca un momento en el día
para llenar tu propio tanque espiritual, para de esa manera, ser de bendición a
los demás.