Los
hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte
(Salmos
127:3 NTV)
Hace
tres años llegó a este mundo esta niña que ves ahí con su carita de ángel y su
sonrisa contagiosa. Llegó para traer luz, amor y muchas sonrisas no sólo a mi
casa sino también a mi corazón.
Isell
es el regalo más maravilloso de todos los que me ha dado el Señor. Ella me ha
enseñado a ponerme a mí a un lado y poner a Dios primero, para saber cuidar de
ella. Isell me ha ayudado a ser más paciente, más amoroso y menos centrado en
mí mismo. Aunque estoy lejos de ser el padre perfecto, sí puedo decir que soy
un padre orgulloso.
El
otro día la veía jugar con su amiga Lucía y me fijaba en lo mucho que
gesticula, cómo grita de emoción. Miraba sus caras de sorpresa, su risa espontánea
y casi incontrolable. Isell tiene un torrente de vida en su corazón, cuando la
miro me quedo absorto en su mundo en cómo mira las cosas con esa intensidad e
ingenuidad. Es una niña llena de vida.
Luego
tiene esa parte rebelde y obstinada que también es parte de su carácter. Cuando
cruza los brazos y frunce el ceño porque quiere algo y lo quiere ya. Las innumerables
pataletas que forma en casa, en el supermercado…y bueno en casi cualquier
parte. Ella todavía no distingue entre situaciones sociales o familiares. Si
quiere algo lo quiere ya. Hasta eso amo de ella. La intensidad con la que lo
vive todo, lo bueno y lo malo. No existe
deseo pequeño para ella, ni juego aburrido. Su corazón lo abraza todo a la vez
y eso es lo que me maravilla de ella.
Sin
duda mi mejor momento del día es cuando llego a casa y la veo. Me encanta
escucharla contar lo que ha hecho en el día, verla jugar con Cody y salir al
patio para columpiarla mientras disfruto de su risa contagiosa. Me enternece
escucharla orar por los alimentos. Normalmente su oración es algo así: “gracias
por Cody…y la casa grande…y por mami y papi…amén”. Bueno, muchas veces se queda
en Cody y amén. El hambre no le permite
llegar tan lejos.
Todas
esas y muchas más son las pequeñas delicias que hacen de Isell esa niña dulce y
maravillosa que el Señor me ha dado el privilegio de tener como hija.