LA HERENCIA
MÁS VALIOSA
Los
padres siempre dejan una herencia a sus hijos y no me refiero necesariamente a
una herencia material de posesiones o riquezas. Hablo de un cúmulo de
experiencias adquiridas, aprendidas por observación que de manera innata pasan
a formar parte de nuestra herencia personal. Son los valores que hacemos
nuestros, aquellos que vimos personificados en nuestros padres. Hoy, por ser el
día del padre, quiero agradecer al mío la herencia que ha hecho de mí quien soy
hoy día. Estos son los tres valores que mi padre me ha dejado como herencia:
Fe en mí
mismo
Mi
padre intentó siempre muchos proyectos, algunos salieron bien y otros no. Pero
él nunca perdió la fe en sí mismo. En su interior sabía que a la próxima le
iría mejor. Se presentó a trabajos donde la posición superaba a su preparación,
pero la fe en sí mismo le hizo destacar entre la multitud. La fe en mí mismo es
el centro al que regreso cuando me siento decepcionado, cuando dudo de si
cumpliré mis sueños. Regreso a ese lugar de paz en donde no tengo ninguna duda
de que Dios ya puso en mí los dones necesarios para triunfar en aquello que me
proponga. Muy en el fondo la fe en mí mismo viene a ser la fe de que Dios ya me
preparó para mi destino. Esa es la fe que yo aprendí de mi padre.
Fortaleza
Una y
otra vez mi padre me enseñó que la vida no es un camino de rosas. De él aprendí
a ser un guerrero, a luchar por aquello en lo que creo y persistir, tanto si
las cosas salen bien como si no. El cómo me siento, o cómo son mis
circunstancias es independiente de lo que sé que en mi interior debo hacer.
Sobreponerse a la adversidad es parte del camino del guerrero, luchar incluso
con dolor es parte de su profesión, rendirse no es una opción, abandonar no es
una palabra en su vocabulario.
Familia
La
base del corazón del guerrero siempre es y será su familia. Así ha sido para mi
padre. Todo sacrificio merece la pena porque detrás está tu familia. Todo lo
que él ha hecho ha sido para nosotros, su familia. Después de una vida de
sacrificio ahora vive recogiendo los frutos de su arduo trabajo, al lado de su
compañera de viaje y amiga, mi madre, sus hijos, yernos y nueras y nietos. Y
aunque unos estemos más lejos que otros todos formamos parte de la gran familia
Marín Millán la que yo tengo el orgullo de pertenecer.
Por
todo ello te doy las gracias, papá
¡Feliz
día del padre!